El minotauro y la niebla

Espacio de arte, relajo, hueveo, demas y de menos; nunca suficiente para saciarse, pero tampoco completo para aburrirse
Cínico perfecto, es un sueño que espero poder alcanzar

lunes, 24 de noviembre de 2008

solo amor de putas 2


Ya un año desde entonces me es difícil reconocerme aun ahora, tengo suficiente talento dicen los profesores, a mis 18 años me siento demasiado viejo, como explicar esta hambre que el mundo llama curiosidad, embutido en esta imagen de universidad con los libros hasta el cuellos y esta carrera de periodismo, a veces me acecha la idea de ir otra vez a recorrer aquellos abismos, me jala fantásticamente la sucia moral. Obviamente al regresar al hogar me sometí a sus reglas, y me transforme en alguien medianamente bueno y amable, a veces bondadoso, y aun así dentro de mi no me sentía del todo normal. Ni si quiera pensar en alejarme un décimo de este camino, a veces cruzo calles con prisa por temor a ser reconocido, a que digan “He ahí, miren el vago de antes”, evito las fiestas, las discotecas, las peleas tengo un miedo asqueroso a perder lo que he conseguido, y sin embargo algunas noches la melancolía se mezcla con el aburrimiento y todo pierde un sentido real. Entonces llego aquella chica, sacándome de mi casa, que era mi fuerte mi último rincón seguro. Tierna y pequeña, la veía frágil, sus facciones casi infantiles, digamos inocentes, sin embargo su mirada eran dos soles negros, creo que fue esa risa rosada que me convenció, era un ángelus a las 8 de la noche. De la mano me saco de raíz sobre mi huerto, me arrancó como quien cosecha el fruto con lentitud de enfermera geriátrica, con paciencia espero el taxi marrón mientras me hablaba con insistencia de la muerte de un sueño con alas y algo rubio, y también llenecita la frente de bucles; una cucaracha también esperaba en el paradero, bajo la luz amarilla del poste y en silencio sacerdotal, note que el poste parecía un espectador mas y me figuró ofensivo, sentí que se burlaba de mi, aplaste la cucaracha, era como si tuviera el poder de concluir las cosas, sentía que yo no era un espectador mas, y sonreía sádicamente ante la mancha difusa y lubrica en la piedra, “así se terminan las cosas” me dijo con una voz trémula la niña-mujer, “el resto es silencio” le respondí poniéndome de cuclillas, apartando los pedazos que se reconocían de lo que fue la cucaracha con un palito

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